Mi relación ambivalente con el medio del arte también signó mi vida laboral, alternando trabajos por dentro y por fuera de él donde he tenido que recrearme en oficios que me llevaron por el diseño, la industria gráfica y la fotografía comercial. Con penurias no pequeñas y las dificultades crónicas de no encajar en ninguno de los planes previstos, logre sin embargo, construir mi propio camino.

Esta breve reseña lejos está de querer describir tareas cumplidas; aunque podría agregar bajo esa tesitura ciertas formalidades como que estudié en la Universidad Nacional de las Artes (UNA) un Profesorado y una Licenciatura. Que fui preseleccionada por Portugal para las Residencias Unesco-Aschberg en 2003 y que recibí un segundo Premio en 2008 y una Mención en 2007 en un Certamen de fotografía organizado por la Academia Nacional de Bellas Artes, ambas circunstancias dentro de los años en que aún participaba de convocatorias institucionales.

También fui docente en el Área de Extensión Universitaria de la UNA, produje y dirigí una revista de artes visuales de distribución gratuita llamada Reversible, y trabajé en el área de restauración y producción de la Fundación Klemm.

Más allá de estos antecedentes, prefiero describirme como una artista mayormente autodidacta que cuenta con igual cantidad de años fuera del medio que dentro de él y que solo produce obra cuando siente el imperativo de hacerlo, por lo que mi carrera está construida por una producción acotada e infrecuente.

En los últimos años me dedique al ensayo teórico donde exploro dos grandes pasiones; la escritura y la filosofía.

Nací un 10 de febrero de 1976 en Buenos Aires, Argentina.

Durante mi infancia tuve la fortuna de pasar parte de mis vacaciones lejos de la ciudad, en Ingeniero Maschwitz. En aquel momento era una localidad de pocos habitantes donde había un castillo abandonado justo frente a mi casa (una construcción del siglo XIX).

Toda mi niñez estuvo llena de expediciones, visitas, excursiones reales y ficticias al arroyo Escobar, los campos aledaños y, por supuesto, al castillo.

Mi adolescencia en cambio, estuvo signada por el rechazo y el deseo de pertenencia hacia un sistema social del que discrepo en la mayoría de sus términos. En mi caso, esta inadecuación con los años se tornó aún menos conciliadora. Hoy creo que es un grave error ceder, acomodarse, adaptarse y un mejor camino disentir, oponerse, construir desde la convicción, aunque conlleve las angustias y tensiones de toda disidencia.

Confieso que he pasado muchos años de mi vida tratando de adaptarme a distintos tipos de “regularidades”; entre ellas a las del mundo del arte. Encontrándome hoy en una zona limítrofe no exenta de una marginalidad voluntaria.

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